Constantemente están apareciendo noticias de demandas por infracción de patente contra empresas que han tenido éxito con sus productos. La dinámica parece seguir el mismo patrón. Una empresa registra como invención algo obvio que está en el límite de la novedad y el estado de la ciencia. La mayoría de estas solicitudes no resisten el examen previo de las oficinas de patentes y son rechazadas. Pero otras prosperan por una pura cuestión estadística, por falta de conocimientos del examinador, o por una buena dosis de imaginación en la descripción de los aspectos de la invención que entrañan novedad. Una vez concedida la patente, esa función o mejora reivindicada como invención ya se ha consolidado plenamente en el mercado y el titular de la patente sólo tiene que elegir a la empresa más solvente y notoria para demandarla y dar toda la publicidad posible a la demanda. El acuerdo posterior, por modesto que sea, siempre será rentable para el titular de la patente.