Una de las reacciones de los internautas ha sido intentar imaginar lo que el pixelado podía esconder, dando lugar a las más variadas parodias y a un importante efecto viral de las fotografías manipuladas. Es curioso comprobar que en la difusión de estas imágenes a través de Facebook y de otras redes sociales han participado usuarios de todas las edades y tendencias políticas.
Este episodio permite traer a colación la consabida necesidad de realizar una adecuada gestión de la imagen a través de la red. Es posible mitigar el impacto de una noticia negativa en los medios tradicionales, pero los blogs y los foros de debate son tan espontáneos como incontrolables.
Muchas empresas han tenido que ver cómo un intento de ocultar la verdad, o de censurar las críticas, ha tenido un efecto diametralmente opuesto al pretendido. En algunas ocasiones, el blogger requerido ha publicado satisfecho el burofax recibido por la empresa ofendida, como si de un trofeo de guerra se tratara.
Existen recursos jurídicos para conseguir que el administrador de un foro, o el proveedor de hosting de un blog, eliminen un comentario ofensivo, pero en la mayoría de las ocasiones es mejor preguntarse dónde hemos fallado y qué nos ha llevado a esa situación.